"Pueblo chico, infierno grande"
Cuando era chica, tendría 10 años, viví en un pueblito muy chiquito, muy chiquito, que se llama Salvador María. Definitivamente, fueron los 3 mejores años de mi vida. Ese lugar me definió la persona que soy ahora. Pero ese no es el tema que quiero hablar.
Si buscan en google, les va a aparecer la pagina de wikipedia (Sí ¿pueden creerlo?, tiene página en wikipedia) y según wikipedia, y el censo que se produjo en el 2001 (gracias De la Rua), Salvador María, tiene una población de unos 800 habitantes, así como lo ven y lo creen. Paréntesis: Siempre tuve la teoría de que ahí, todos eran parientes con todos. Todos eran o primos lejanos, primos cercanos o hermanas o hermanos. Enserió con tan pocos habitantes, es muy probable. En fin, estando un pueblito tan chico todos se conocen con todos.
Y como dice el refrán "Pueblo chico, infierno grande", si te mandas una cagadita en Salvador María, al día siguiente se entero todo el Mundo.
La historia viene así: Yo, llegada al pueblo hace unos meses, a mi familia la conocían por vender frutillas (o por la plantación de frutillas, que algún día tuvimos), y solamente por eso. Quien iban a Saber quien era yo. Para hacerme la canchera y tener más aliados compañeros ( hasta que entre a la secundaria y me di cuenta de que la vida era una bosta, tenia el sueño de ser popular), se me ocurrio, llevar una de esas revistas para mayores. ¿Quien se iba a enterar en una escuela rural? (aclaración: ¿cómo conseguí la revista?, tengo un hermano que tenia 18 en ese momento) .Ese día llegue, y le dije al chico popular, que en ese caso era el chico lindo que todos moríamos por él y tenia muchos amigos de lo que tenia. Pero en fin me hice la canchera, mostré lo que no tenia que mostrar. Y sí, la historia termina en que me cacharon. Se preguntaran ¿Me hice popular?, Lo hice, sí. Pero por el resto del tiempo que vivi allá, fui una vergüenza para mis padres. Al día siguiente, TODO, pero TODO, el pueblo, se había enterado de el acontecimiento. INCREÍBLE.
Así que cada ves que iba a tomar un helado, a comprar pan, al almacén, a la peluquería, y al vieoclub, no me miraban como la pequeña adorable de rulos y anteojos, si no me miraban como "La chica que en la casa tiene revistas condicionadas".
Y por mucho tiempo me dio vergüenza de lo que paso. Pero ahora que soy grande y hago cosas peores, me doy cuenta de que es una linda anécdota para contarle a mis hijos.
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