miércoles, 1 de junio de 2016

La casa de Naipes.

"Me duelen los brazos de tanto cargarte, pero no te puedo soltar"- Eso le dije a Esteban, una vuelta que fuimos a ver un recital de "Los Piojos" a Cemento. Yo en realidad era una chica con plata de Palermo y me quería hacer la rebelde saliendo con un alternativo. Nada de eso me gustaba. Los golpes, la cerveza fresca de la esquina, el olor a faso, los grafitis. Todo lo odiaba. Pero también odiaba a el estructurado de mi papá que no me dejaba salir después de las 10, me tenia que bañar antes de comer, y no podía estar en bombacha por la casa por que a Sofia, su novia, le caía mal. Sofia es artista plástica, papá un visionario sin futuro, Florencia, la mayor, una romántica sin sentido. Y yo desperdicio mi vida con chicos que me hacen mal. Así nos definimos.

En cemento esa tarde Esteban me dejó, fue una liberación más que una herida. Pero mi estructura se cayó a pedazos. Se terminaron las peleas con mi papá, las noches que me escapaba de mi casa, las cervezas en la esquina, las manchas de mis manos después de hacer grafitis al lado de las vías del tren, las noches que pasaba sin sentido. Todo eso iba a desaparecer. Iba a volver a mi vida normal y aburrida, a la estructura que tarde o temprano iba a definir mi vida. Cuando Esteban me dejo, le dije eso: "Me duelen los brazos de tanto cargarte, pero no te puedo soltar", era claro, simple e iba al grano. No tenia muchas vueltas. No lo quería, pero no lo podía soltar. Los dos nos usábamos como herramientas, fue un pacto tácito sugerido desde el principio, que duró hasta que uno construyo con el otro el objetivo y ya la herramienta no sirve más. Esteban no entendió lo que le quise decir, y cuando empezó la nueva canción se metió en el publico y no lo volví a ver más.

Del recital me fui, dejando la música, las luces y el amor atrás. Camine derecho por libertador hasta la torre donde vivo. En el ascensor Florencia volvía de la facultad privada, ella más que estudiar, va a competir por quien se viste mejor. "Tenes mal olor" fue lo único que me dijo. Cuando llegamos a casa, me ubique en la oscuridad de la mesa, esperando poder comer, como si el comer llenara el vacío que tengo. Sofía, estaba ahí leyendo una revista de modas, me miro pero no dijo nada, mi remera estaba tan rota como la expresión de mi cara. Mabel vino a poner la mesa. "Tu papá todavía no llegó". me advirtió. No tenia ganas de moverme.

A la hora de cenar, todo estamos callados. Nadie se atreve a romper el silencio. El silencio nos gusta, nos mantiene calmos, es un momento de paz. Mabel nos sirve a todos. Cuando me sirve a mi, Papá mueve la cabeza. Solo ese gesto hace que Mabel se retire y mi plato quede vacío. El poder de los hombres y los gestos es algo que nunca voy a llegar a entender: En el recital el cantante hombre mueve la cabeza, el tema comienza, todos empiezan a saltar. Esteban mueve la cabeza, sus amigos se van, entienden el código de que él me va a dejar. Papá acá mueve su cabeza y me quedo sin comida.

Agarró la ensalada que esta enfrente mio. Es buen momento para hacerme vegetariana pienso. Papá me mira: me habla directo, solo a mi, como si nadie alrededor existiera. Como si fuera un momento intimo, solo de los dos que no queremos compartir con nadie más: "Retirate de la mesa" - Frío, distante, vuelve a aparecer él, el que tanto quiero y extraño. El padre frío que siempre tuve. "No me vas a preguntar ¿cómo estoy?, ¿cómo fue mi día?" - contesto. Odia que le falten el respeto. - "Te lo digo una vez más y no te lo vuelvo a repetir, retirate de la mesa", impone con más autoridad - "Decime que es lo que te molesta, ¿mi remera de Los Redondos?, ¿La rotura que esta abajo de mi brazo?, ¿Mi pelo que esta despeinado?, ¿Mi maquillaje que esta corrido de llorar?" - "Vos sabes muy bien cuales son las reglas Camila, mientras sigas viviendo acá las cumplís, si no te vas" - dijo y corto un pedazo fino de su lomo al champinion, mientras que a mi ensalada le faltaba aderezo, pero igual la como. No estaba dispuesta a perder todas las batallas que había peleado hoy. "Mabel"- volvió a mencionar él, y Mabel aparece como dama que solo obedece las ordenes de un jefe que nunca esta. "Puede retirar el plato de Camila, no nos va acompañar hoy" Y Mabel lo hace, por que como todos los que vivimos acá, ninguno tiene autoridad.- "No te alegra verme, por primera vez llego antes de las diez" digo.

Él no vuelve a dirigirme la palabra, ni siquiera me mira. Sofia comenta algo estúpido sobre un cuadro que esta por vender. Florencia esta incomoda, se le nota muy rápido por que quiere comerse las uñas, pero eso también esta prohibido. Sofia sigue hablando del cuadro y de un tal Jose Bonifacio de Estrada que vive cerca del campo de su amiga Martu Echeveria, que le gusta mucho su estilo y quiere conocerla más, a nadie le importa una carajo. Yo lo miro otra vez a papá, él no levanta la vista de su plato, a veces mira a Sofia, pretende escucharla, aunque todos sabemos que él no escucha a nadie. Solo se escucha a él, a su estructura, a la lucha constante con su neurosis, y a la voz de su padre que le habla sobre que el matrimonio es solo uno y para toda la vida. Y a él la muerte lo separo de eso, nunca se va a poder perdonar aquel accidente que tuvieron cuando volvían de su décimo aniversario con mamá y ella perdió la vida. Florencia, y yo nos quedamos solas. Florencia con sus cosas, sus múltiples amigos, sus horas extras de colegio, clases de piano, mejor promedio, cosas que no la hacían pensar y las lograba de forma automática. Y yo con falta de cariño, compañía, una tristeza eterna que siempre trate de llenar con cosas que me dejaban aun más vacías. Como Esteban, Facundo, Federico, Manuel, todos esos hombres que pasaron y trataron de darme algo, que solo quiero que me lo de mi viejo: Cariño.

Nunca me voy a olvidar esa noche, las lagrimas que cayeron en sus ojos, la lluvia de madrugada, la policía que lo trajo a casa, y ese eterno abrazo que nos dimos cuando un montón de veces pidió a gritos perdón y nadie entendía por que. Florencia se despertó por un grito desesperado. Vio que papá sostenía ese saco violeta que tanto le gustaba a mamá y entendió todo. Se unió a nuestro abrazo y nos pusimos a llorar. Fue la ultima vez que fuimos familia. Ahora hace bastante que no se que somos. Ya nos olvidamos de algo que desde que nacimos lo fuimos.

Se que esta lucha la perdí como siempre pierdo las luchas con papá, desde chica, nunca me dejaba ganar. Pero hoy, no puedo aguantarlo, tengo que decírselo. Me levanto de la mesa, interrumpo a Sofia de su eterno discurso sin sentido, miro a Florencia, y con un movimiento de cabeza pido su apoyo, pretendiendo que ella me va a entender. Y por ultimo miro a mi padre, él no devuelve mi mirada, imagina que le voy a hacer caso y me voy a retirar del lugar, como él tanto ordena. Pero no me voy, le sostengo la mirada con tanta fuerza que logro que él una sus ojos con los míos. Con un grito seco y casi ahogandome con las lagrimas que están por caer de mis ojos, por que no aguanto más esta angustia de días grises y tortuosos y de estra estructura que oprime mi pecho con tanta fuerza le digo: "No entendés que de la única manera que puedo tener tu atención es rompiendo con tu estructura impuesta, si no simplemente soy un objeto más".

Tire la casa de naipes de la peor manera que la podía tirar, y lo disfrute. Pero todo siguió igual, o peor. Sofia tosió incomoda, Florencia no reacciono, era de esperar. Papá volvió a decir "Retirate de la mesa". Y yo me fui, sola, a hacer grafitis o a tomar cerveza en la oscuridad de mi cuarto que me contenía dentro de estas paredes que no quería abandonar, por que la soledad de afuera, es mucho más que la de adentro, y todavía tengo la esperanza de remediar y volver a encontrar ese padre que me abrazo cuando era lo que más necesitaba. El telefono sonó, era Esteban, que todavía no entendía lo que quise decir. Pretendi no atenderlo y le corte, el continuaba con su monologo. Esa noche todavía no terminaba, hacia el final le escribí a Miguel, otro chico que iba a estar en mi eterna lista de gente que pretende darme cariño. Necesitaba una herramienta nueva para poder rearmar mi casa de naipes.

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