sábado, 7 de septiembre de 2013

Caminando por las calurosas e iluminadas calles de una noche que parece perfecta. Las gotas de lluvia comienzan a tocar mi piel. Su toque me quema, pero a la vez siento una frescura que no había nunca sentido antes. Los relámpagos empiezan a aparecer, y la lluvia se apura a caer, aún más fuerte. Protegido por los techos de las paradas de los colectivos, me apuro a llegar hasta la esquina. Las luces monumentos, relámpagos y gotas todo parece apuntarme a mi. Todo se resume en un pequeño, gran momento. Abro los brazos y me dejo sentir, el aire, el calor, el frio, el viento, la lluvia. Me siento vivo, más vivo que nunca.

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