La chica del ukulele verde, silva una canción sin sentido, mientras juega con su razón y su sentidos, a ver quien es la más grande en este universo, sí el sol, o aquel melón que compro una vez.
Nerviosa camina sin cesar, y en su caminar encuentra algún significado, el de aquella canción, que alguna vez la dejo sin palabras para cantar, y el silbido llego, allá lejos, lejos en las zonas donde no había amor, calor o piedad. Y la chica del ukulele verde se quiso ir a vivir, a ese lugar, donde los transformo, en melodias para que las letras encontraran su lugar.
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