jueves, 6 de diciembre de 2012

Tocando una guitarra de cuatro cuerdas el sonido que sale de ella es algo áspero, como nosotros dos, sin embargo esa misma noche, cuando la tratabas de afinar, algo paso.
El corte de luz nos asusto, no nos queríamos tocar, por que hace mucho ya nos habíamos remplazado, vos por aquella guitarra que yo tanto odiaba, y yo por aquel libro eterno que nunca iba a poder terminar.
Tu risa viva, me saco una sonrisa, hace mucho que no te escuchaba así. Comenzaste a tocar una melodía y tu dulce vos producía, un sonido muy particular. Yo mucho de esas cosas no entiendo, pero solo esa vez, puedo jurar, por aquellos autores que tanta alegría me dan, que partituras de colores salían de esa guitarra, y solamente con un encendedor y el cigarrillo que tenias en tu boca, podía ver el lugar más luminoso que el mismo planeta.

Y cuando abriste tu boca, para cantar la ultima estrofa, volvimos a sentirnos muy bien.

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