Me acuerdo de una de esas noches invernales, en los cuales la Ciudad de Buenos Aires se congela, y las temperaturas nunca llegan a estar bajo cero, pero llegan por abajo de los 5 grados.
Esa noche, con un grupo pequeño de amigos, decidimos salir al mismo bar de siempre que esta a 5 cuadras, de la casa que siempre nos solíamos Juntar. En el bar no había nada interesante, y a penas se podía estar ahí. La música era agradable, y el calor humano nos retenía, para que sigamos estando. La idea era tomar alguna bebida blanca y sentirnos que estábamos en Rusia por un rato.
Luego de hacer eso, decidimos irnos. No podíamos hacer mucho más. Salimos de el Lugar, y el viento nos pego con violencia en la cara. Y yo tenia que tomarme el colectivo a unas 7 cuadras, para volverme a casa.
No me acuerdo como termino esa noche, pero sí nunca me voy a olvidar, que cuando salimos de ahí, fuimos a tomarnos un té caliente, antes de seguir ruta. Fue lo mejor que pudimos hacer. Además, me saco el efecto alcohólico de la bebida blanca, Para luego seguir ruta, hasta mi hogar.
Cuento esta anécdota, cuando hay alerta naranja y extraño esos días invernales, donde realmente yo disfruto de mucho más las cosas.
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