En un hospital, la ves a ella tirada en una cama, conectada a cables, tubos, de los cuales ahora depende. Te sentás a un costado y no podes dejar de preguntarte ¿que podes hacer?, pero sabes que lo que estas haciendo es suficiente, y eso te produce cierta impotencia, una impotencia inaguantable.
Preguntar como se siente es ridículo, pero es el protocolo que tenes que seguir. Lo odias, nunca fuiste de seguir las reglas, pero esta vez, solo esas palabras te salen.
- Bien. Te contesta. Ella esta optimista, eso es bueno.
Vos en cambio, pensás, nada esta bien. Vos no estas optimista.
- Yo también. Mentís.
- No parece. Ella te conoce demasiado.
Miras para abajo, por que no sabes que decir. Te duele demasiado verla en ese estado.
- Enserio estoy bien. - Ella continúa, dándote ánimos, a vos, y a ella misma. - En dos semanas termina el tratamiento. Y tengo fé de que todo va a ser como antes. Pero necesito que vos me des fuerzas, por que yo sola no puedo.
Que ella te lo diga, fue suficiente, te das cuenta de que la pregunta que te hiciste hace unos minutos, puede ser contestada ¿Que podes hacer?. Podes estar ahí, podes darle fuerzas, podes distraerla, y podes luchar, como ella lo esta haciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opiniones reciprocas.