Me desperté de una siesta, cual bebe saliendo por primera ves de el útero de su Madre. No entendiendo nada. Algo sonaba en algún lugar del cuarto en el cual estaba, no era un teléfono Móvil, por que claramente me lo robaron. Pero era algo más, algo más fuerte que eso. El ruido me desconcentro. Cuando mis pestañas se abren para reincorporarse mi cuerpo y mente a la realidad, vi una silueta borrosa. Hasta el momento una simple despertada se estaba convirtiendo en algo parecido a una pesadilla.
Yo, miedosa de nacimiento, estiro el brazo con intención de agarrar un palo o algo, para defenderme de lo que sea que este allá afuera, a pocos metro de mi, pero no encuentro nada.
Antes de que empezara a hiperventilar y a que la transpiración me empiece a mojar, trato de controlarme y pensar que opciones me quedaban. Eran dos, o enfrentar quien fuese que estaba ahí afuera o quedarme tirada en las profundidades de mi colchón, y esperar que eventualmente se acabe todo.
Algo dentro mio se despertó, y me dijo. "Dale, Maru. No podes ser tan cagona". Yo, tratando de desafiar a todos mis miedos, e incluso a mi propiamente. Me levanto muy lentamente para descubrir que la silueta borrosa, era simplemente el tipo que vine a arreglar el baño, y el ruido era el trabajo manual.
De repente llega mi Madre, y tira su casi clásico comentario sarcástico sobre la situación. Falta mi perra, que a los pocos segundos llega y mete su hocico entre mis manos para que le haga una caricia.
Ese pequeño acto, me hace regresar a mi totalidad, vida cotidiana. Y lo primero que pienso es "Café, necesito café".
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